viernes, 15 de diciembre de 2023

Tema 3

No rompes las reglas si las cambias: el principio de cooperatividad y el humor

    ¡Bienvenidos/as a otra entrada de mi blog! Hoy le dedicaré este espacio a las sesiones del tema 3 "los niveles de referencia de aprendizaje de lenguas y el desenvolvimiento de competencias". De entre la variedad de temas que se desarrollaron, destaco la metodología a la hora de abordar las competencias, tanto en la LOMLOE como en el Marco Común Europeo de Referencia para el aprendizaje de lenguas extranjeras, el cual, a diferencia de la Ley Orgánica, hace una distinción entre competencias generales (ajenas al ámbito lingüístico) y competencias comunicativas de la lengua, ambas con influencia en el aula. Además, también resultó interesante la relación entre las tareas y las competencias, que reflejó una vez más la importancia de la proactividad tanto del rol del profesor, como del alumnado, protagonista de su aprendizaje. 

    No obstante, debo destacar, por un lado, la consciencia intercultural, con mención a la conferencia de Chimamanda Ngozi Adichie The Danger of a Single Story; y por otro, la descripción pormenorizada de los diferentes tipos de competencias, más concretamente de la pragmática, perteneciente a las competencias comunicativas de la lengua, y su mención del principio de cooperación de Grice. Si ambos temas me resultaron muy interesantes, en esta entrada me centraré en el segundo, el cual desarrollaré a continuación con un especial enfoque en un aspecto que está presente en nuestras vidas desde el comienzo de nuestra existencia: el humor.

    En primer lugar, considero necesario recordar en qué consiste el principio de cooperatividad. Este concepto, desarrollado por el filósofo del lenguaje Herbert Paul Grice en su teoría de la comunicación y la pragmática lingüística, establece las bases para entender cómo las personas intercambian información y se comunican de manera efectiva en las conversaciones cotidianas.

    La teoría de Grice se centra en cómo los hablantes colaboran para lograr una comunicación exitosa, asumiendo que, en general, las personas participan en interacciones lingüísticas con el objetivo de ser informativas, coherentes, relevantes y cooperativas. Este principio fundamentalmente se basa en cuatro máximas, que son guías implícitas que los hablantes suelen seguir para lograr la cooperación.

    Primeramente, contamos con la máxima de cantidad, según la cual el interlocutor debe proporcionar la cantidad adecuada de información en una conversación. Al igual que hay que ofrecer la suficiente información que el mensaje sea comprensible, no se debe ofrecer demasiada, pues podría abrumar al receptor o distraerlo del punto principal.

    En segundo lugar, está la máxima de calidad, centrada en la veracidad y la honestidad. Los/las hablantes deben ofrecer información que crean que es verdadera y para la cual tienen pruebas o evidencias suficientes, evitando a toda costa decir cosas falsas o inexactas. Según esta máxima, se parte del punto de que, cuando alguien afirma algo, se espera que sea verdad (o que al menos crea que es verdad).

    En tercer lugar, tenemos la máxima de relevancia, que implica mantener la conversación centrada en el tema principal y ofrecer información relevante. Cualquier participante debe evitar desviarse del tema o introducir detales que no contribuyan al propósito de la conversación, buscando mantener la coherencia y la compresión mutua.

    En cuarto y último lugar, se presenta la máxima de manera, enfocada en la forma en que se expresa la información. Según ella, los/las hablantes deben presentar la máxima claridad y organización y usar un lenguaje comprensible para transmitir el mensaje de manera efectiva, evitando la ambigüedad, confusión y siendo lo más directo/a posible.

    Estas cuatro máximas forman las bases de la cooperación comunicativa, guiando las interacciones lingüísticas para que los hablantes logren una comunicación efectiva, evitando malentendidos, proporcionando información útil y manteniendo la relevancia en la conversación. Aunque no nos demos de cuenta, estas máximas están presente en cualquier intercambio comunicativo, sea lo breve que sea; y nosotros aceptamos este "mutuo contrato" con aquellos o aquellas con los que nos comunicamos. Sin embargo, estas máximas no son rígidas, pues dependiendo del contexto, pueden variar. Un claro ejemplo de ello es el humor.
    
    Para describir cómo funciona el humor según el principio de cooperación, considero necesario mencionar el artículo de Salvattore Attardo Teorías Lingüisticas del Humor (1994). Según él, aunque las jokes (refiriéndose a los chistes, bromas, etc.) no son cooperativas en un sentido estricto, pues el humor requiere una violación de las máximas, es cierto que expresan un mensaje, por lo que llega a la conclusión de que se rigen por un conjunto diferente de máximas. De esta manera, aún sin estar presente esa cooperatividad más "convencional", los chistes son interpretados y reconocidos como tal (Attardo, 1994;275). No obstante, esto puede dar lugar a situaciones complicadas; por ejemplo, cuando a alguien le ofende un chiste, o cuando no le ve la gracia (dando lugar a más de algún silencio incómodo).

    Teniendo esto en cuenta, las teorías del humor deben dar voz a una visión alternativa de este y ofrecer herramientas para diferenciarlo. El lingüista Victor Raskin (habiendo ya tratado el tema previamente en 1985 en su "Script-based Theory of Humour") elabora junto con Attardo en un artículo de 1991 ("Script theory revis(it)ed: Joke similarity and joke representation model") un diferente conjunto de máximas, el cual no contradice el de Grice, pues hay una jerarquía entre los dos. En el nivel bajo, se encuentra el principio de cooperación de Grice; en el alto, el principio de cooperación del humor, donde se permite la violación del primero con la condición de que esa ruptura de las máximas sea compensada con una segunda intención humorística, la cual es una inferencia por defecto y la violación del principio original es meramente una adaptación al nuevo principio.

    Este proceso se divide en dos fases, donde las máximas tienen la función de mostrar que el narrador no está siendo cooperativo. Sin embargo, no es necesario comprobar posteriormente el seguimiento de las máximas para saber si el narrador estaba contando un chiste. En otras palabras, la ruptura del principio de cooperación es temporal. Esto justifica la presunción de cooperatividad, pues cuando el/la locutor/a realmente pretende mentir u ocultar información, no hará evidente que ha violado las máximas, a diferencia de los chistes.

    Sé que, a diferencia de mis otras entradas, esta es un poco más teórica, pero considero que, en una época donde reírse es tan importante, conocer los mecanismos lingüísticos del humor puede resultar interesante. Como siempre, ¡muchas gracias por haber llegado hasta aquí y nos vemos en mi próxima entrada!

    ¡Espero con gusto vuestros comentarios!


Bibliografía:

Attardo, S. and Victor Raskin. (1991). Script theory revis(it)ed: Joke similarity and joke
representation model. Humour: International Journal of Humour, 4(3-4), 293-347.

Attardo, S. (1994). Linguistic Theories of Humor. Berlin, New York: De Gruyter Mouton. https://doi.org/10.1515/9783110219029



1 comentario:

  1. ¡Hola!

    Me ha parecido muy interesante tu entrada, ya que el principio de cooperación es imprescindible para comunicarse con eficacia. En mi opinión, les podemos sacar un gran partido a las máximas que nos presentas para desempeñar nuestra actividad docente.

    Cuando nos dirijamos a nuestro alumnado, debemos proporcionar suficiente información. Sin embargo, es necesario tener en cuenta las características de cada estudiante para evitar que los datos ofrecidos sean abrumadores. Asimismo, debemos transmitir información veraz y útil. Además, si deseamos que el estudiantado se interese por las temáticas tratadas en clase, tenemos que organizar los contenidos, presentarlos con coherencia y evitar las ambigüedades, que pueden ocasionar muchos quebraderos de cabeza y actitudes negativas hacia la asignatura.

    En lo tocante al humor, considero que los chistes y los dobles sentidos son esenciales en todas las esferas de la vida y, entre ellas, se encuentra la educación. En consecuencia, es importante saber cómo funcionan las estructuras humorísticas antes de emplearlas para crear un buen ambiente en el aula. Tal y como comentas, el humor provoca una ruptura temporal del principio de cooperación y puede generar silencios incómodos cuando no se entiende. A veces, esta ausencia de comprensión se debe a la falta de un common ground o de referencias comunes. Por lo tanto, debemos remitir a elementos conocidos por nuestro alumnado si empleamos el humor en el aula. Esta comprensión mutua puede fortalecer el vínculo entre el profesorado y el estudiantado, que es fundamental en el proceso de enseñanza-aprendizaje.

    En definitiva, el principio de cooperación y el humor van a ser un pilar de nuestra profesión, por lo que debemos saber cómo utilizarlos para ayudar al estudiantado a desarrollar sus competencias.

    Un saludo,

    Mónica

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